Emmo. y Rvdmo. Sr. Cardenal
Pedro Barreto Jimeno SJ
Gran Canciller de la Pontificia Universidad Católica del Perú
Arzobispo Metropolitano de Huancayo
Eminencia reverendísima:
Me dirijo a V. Emcia. chocado por enterarme que el Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Perú está realizando el ciclo de cine "+ Orgullo − Prejuicio", compuesto de doce filmes de propaganda LGBT. Algunos de ellos se exhibirán hasta cuatro veces, entre el 26 de junio y el 9 de julio.
Deploro que la universidad que lleva los honrosos títulos de católica y pontificia sea utilizada para propagar la confusión moral, difundiendo películas de contenido opuesto a las enseñanzas del Evangelio e inaceptable para toda persona respetuosa de la moral natural.
Confío en que V. Emcia., habiendo recibido la sagrada misión de santificar las almas y enseñarles la doctrina de Cristo (canon 375), no será indiferente a esta realidad. Tanto más cuanto su responsabilidad en el seno de la Pontificia Universidad Católica impone la obligación de velar por su identidad institucional, ya que de su estrecha relación con la Iglesia "derivan, como consecuencia, la fidelidad de la Universidad, como institución, al mensaje cristiano, y el reconocimiento y adhesión a la Autoridad magisterial de la Iglesia en materia de fe y de moral" (Constitución Apostólica Ex corde Ecclesiae sobre las universidades católicas, n° 18). Además, una correcta pastoral universitaria debe ofrecer "la ocasión de coordinar el estudio académico y las actividades para-académicas con los principios religiosos y morales, integrando de esta manera la vida con la fe" (Idem, n° 38).
Contrariando la citada norma de la Iglesia, esta actividad contracultural no busca ayudar a alguna persona con orientación homosexual que busque auxilio pastoral para llevar una vida casta. Ni ayudar a la comunidad universitaria a defenderse de la persistente propaganda contra la moral. Más bien presenta la homosexualidad como injustamente rechazada, sataniza las objeciones morales contra ella, busca normalizarla en la sociedad y estimula el activismo a su favor.
El evento, que lleva el "orgullo" en su título, evoca los desfiles LGBT que proclaman en público el "orgullo" de practicar habitualmente actos de lujuria contra la naturaleza. Queda claro que estamos ante las acepciones negativas de esa palabra, sinónimo de arrogancia y soberbia, que vienen acompañadas de jactancia, desfachatez, desvergüenza y cinismo.
En nuestros tiempos, por primera vez en la historia, se ha formado una red internacional organizada en favor de las relaciones homosexuales, cuya meta fue enunciada por el activista Paul Varnell: "convencer a la gente de que la homosexualidad es plenamente moral", "por tanto, ... el movimiento gay no es un movimiento por los derechos ... sino una revolución moral ..." (P. VARNELL, Defending Our Morality, “Chicago Free Press”, 16-8-2000). Una revolución con estrategias y recursos, con una red de activistas, aliados e “inocentes útiles”, apoyada por el macrocapitalismo publicitario, que está utilizando a la PUCP sin que la comunidad universitaria esclarezca a sus miembros, dejándolos inermes ante su influencia.
Este ciclo de cine será forzosamente interpretado como señal de que la Iglesia Católica ha cambiado su magisterio moral y que ahora acepta las relaciones homosexuales y las uniones civiles de personas del mismo sexo. Una imagen especialmente grave, pues esta revolución LGBT está subvirtiendo la verdadera noción de la familia, institución querida por Dios como pilar fundamental de la sociedad, fundada sobre el matrimonio indisoluble entre un hombre y una mujer y abierta a la procreación.
Teniendo en cuenta, además, que "los pecados que más llevan almas al infierno son los pecados de la carne" (en palabras de Santa Jacinta de Fátima), pido respetuosamente a V. Emcia. que, para gloria de Dios y bien de las almas, no se omita ante este reprobable evento en la universidad de la cual es Gran Canciller y emplee todo el peso de su autoridad moral para hacerlo cesar.
Con la certeza de que V. Emcia. acogerá con corazón paternal mi filial petición, me despido muy respetuosamente pidiendo su bendición,
en Jesús y María,